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¿SABIAS QUE...?

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Desde el momento en que el individuo cambia su sedentarismo por la actividad física, se producen una serie de modificaciones metabólicas, circulatorias y nerviosas beneficiosas. Después de unos minutos de haber comenzado ejercicio físico, se comienzan a movilizar los ácidos grasos libres de los depósitos, para cubrir las necesidades energéticas del músculo en actividad. Esta movilización de ácidos grasos va a depender de tres factores: la duración e intensidad del ejercicio, la adaptación al ejercicio (entrenamiento) y el estado de nutrición previa.

Existe, sin duda, una relación entre el grado de actividad física y el peso corporal. Por ejemplo, los atletas muy entrenados son en general delgados, mientras que las personas con franco sobrepeso se muestran poco activas.

El descenso de peso y de masa grasa que sigue a la actividad física regular se debe a diferentes factores (psicológicos o menor apetito, por ejemplo), además del aumento del gasto calórico. Es indudable que la magnitud de la pérdida de peso es proporcional a la frecuencia e intensidad del ejercicio.

Por último, cabe destacar que la actividad física elegida debe ser preferentemente aeróbica y que se practique tres veces por semana. Se aconseja: marcha y caminata, Marcha y trote, trote aeróbico, gimnasia, bicicleta y bicicleta fija y natación.

Dra. Miriam Ferrari
Médica clínica - Nutricionista (UBA)

Fuente: Salud Aeróbica

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